Domingo, día del Señor, para encontrarnos en la Parroquia para celebrar nuestra fe en Jesús, para abrazar a la Virgen María, para reconocer y festejar que somos una comunidad creyente.
Domingo, para encontrarnos como familia. La familia es la mejor educadora de la paz, el la escuela del perdón y la fiesta, es la que modela a los ciudadanos que luego comparten el espacio público. Hablemos en familia de todos los temas pero siempre inspirados en el amor y el respeto recíproco; si no se puede hablar en familia ¿cómo pretendemos que haya diálogo social?
Domingo, para descansar. El trabajo y las tensiones cotidianas nos fatigan, es tiempo de parar, de hacer una pausa, de encontrarnos y disfrutar en familia y con los amigos.
No nos dejemos robar el domingo por aquellos que nos meten en el vértigo de no parar nunca. No somos un engranaje que siempre tiene que estar trabajando, en movimiento. La pausa, el silencio, la oración, son los mejores remedios para el estrés. Bendecido domingo
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