martes, 21 de agosto de 2018

CARTA AL PUEBLO DE DIOS

PARROQUIA LUJAN PORRES
La Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios (20/08/18)
Es una carta dirigida al "Pueblo de Dios", es decir a todos los que creen en Cristo en la comunión de la Iglesia, para ayudarnos a reflexionar, a sentir, a curar, a pedir perdón, a vencer el clericalismo. Cita a San Pablo:
"Si un miembro sufre, todos sufren con él" (1 Cor 12,26)... *Duele y avergüenza constatar que tantos menores e indefensos han sufrido a causa de abusos +sexuales, +de poder y +de conciencia. Las formas de abusos conllevan un sometimiento de los indefensos por parte de quienes tienen poder y que terminan lastimando la conciencia de las personas.
*Francisco le llama a estos abusos: "crímenes"...
*Hemos abandonado y descuidado a los pequeños. El dolor de estas victimas clama al cielo y muchas veces fue silenciado, callado, ignorado. Da vergüenza cuando constatamos (dice el Papa) que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz.
*El Papa llama a la conversión a todo el pueblo de Dios, a escala global y comunitaria, para poder solidarizarnos con las víctimas del pasado y prevenir la posibilidad que vuelva a ocurrir y denunciar todo lo que ponga en peligro la integridad de cualquier persona.
*El clericalismo (abonado por los clérigos o por los laicos) es un clima que desfavorece la vivencia y misión de la común fe y limita a tantos hermanos a denunciar lo que va contra la integridad de los más vulnerables. Es necesario que todos hagamos penitencia, oración y el camino de conversión para que nunca más ocurran estas cosas y nos ayuden a prevenir atentamente situaciones de vulnerabilidad.
*El Papa acentúa que es una carta a todos los cristianos que formamos el Pueblo de Dios. El Papa pide "tolerancia cero" a este tipo de situaciones.
Aunque está dirigida al Pueblo de Dios es obvio que es pública a todo el mundo (crean o no) y por ello la palabra "vergüenza" expone nuestro dolor, tristeza, dificultades, necesidad de conversión y de pedir perdón por lo que la mayoría no ha hecho sino un minúsculo grupo en medio de miles de millones de cristianos. Nos duele y avergüenza, pero también deja un interrogante abierto, no formulado, no dicho: ¿solamente en la Iglesia pasan estas cosas?.*

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