lunes, 26 de octubre de 2020

PANDEMIA. ¿QUE ME ENSEÑASTE?

Estamos en la misma familia humana con igual debilidad y con posibilidades distintas. Este tiempo muestra la fragilidad de todos y las graves dificultades para los más necesitados y personas mayores. Cientos de veces, por año, voy a las clínicas a consolar enfermos y en esos silencios se descubren rostros de dolor y sufrimiento. En estos días me sentí un pastor frágil y herido por Covid 19 y sus complicaciones. Encontré en el personal médico y enfermeros (Clínica del sud) una gran capacidad humano espiritual para atender, comprender, alentar y consolar. La parábola de Jesús Buen Samaritano pude experimentarla en carne propia en el trabajo del personal sanitario. Quería agradecer a tantas y tantas personas el afecto, el cariño, la ternura de sus mensajes; también las cadenas de oración, y personal, en las parroquias donde fui párroco y en la actual parroquia. Me ayudó a estar consolado, sereno y abierto a la acción de Dios. Mi oración, aunque sin la fuerza de la voz que voy recuperando, también quiso ser bendición para ustedes. Dios, la Virgen y San Martín de Porres escucharon las oraciones. Gracias. Deseo del corazón. Que Argentina salga de la pandemia de la mediocridad que nos aletarga, nos ensucia y nos impide avanzar con esperanza. Hay buena madera, siempre necesitada de conversión y vida nueva, para hacer un mejor papel en la historia. Que la Virgen de Luján nos ilumine. A todos les doy las gracias. Y rezo por los presentes y futuros enfermos. P. Jorge Luis Basso