Formar parte de una asamblea litúrgica supone estar
dispuesto a construirla. No puede ir cada uno a lo suyo, a aislarse de los
hermanos, a distanciarse de ellos. A todos nos une el mismo llamado, el mismo
Espíritu del Señor, la misma fe, el mismo bautismo el mismo Padre y el mismo
Pan. ¿Cómo podemos construir una mejor asamblea? Algunos detalles: Llegar con
puntualidad, antes de entrar al templo tocar el agua bendita y persignarse, al entrar
al templo en sí, hacer la genuflexión mirando el Sagrario (entramos a un lugar
santo, donde el mismo Jesús nos espera y a quien le debemos respeto y
adoración), colocarse lo más cerca posible del altar, hacer silencio. Aquietar
nuestra mente y cuerpo, expresar de algún modo la acogida mutua (una palabra,
una sonrisa, un saludo…), mostrarse disponible para ejercer alguna función o
servicio, responder con decisión, sin desgano, no destacarse en gestos y
actitudes corporales exageradas, valorar y cuidar el rito de entrada
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