San Marcos 10,1-12.
"Desde el principio de la creación Dios los hizo varón y mujer"... La antropología cristiana reconoce en el género humano al varón y la mujer, iguales en dignidad, diferentes y complementarios, para vivir en comunión... Aún descubriendo otras concepciones y puntos de vista nuestra afirmación no pasa de moda. Desde aquí construimos la familia, la iglesia, la sociedad.
"Que el hombre no separe lo que Dios ha unido"... Esta afirmación se renueva cada vez que celebramos el sacramentos del matrimonio y es un compromiso orante para llevar a cabo el propósito de Dios. La Iglesia acompaña con amor a las personas que viven en segunda unión y los alienta a vivir fielmente en la presencia de Cristo.
Los tiempos actuales manifiestan una incomoda queja, reclamo, acusación, hacia la Iglesia que sigue recordando y enseñando estos valores no inventados por hombres sino queridos por Dios.-
Frente a la ideología del individualismo que propone una sociedad sin vínculos y sin familias nosotros proclamamos la validez de la filiación, de la paternidad y maternidad, la fraternidad y el sentido comunitario. El yo, yo, yo, y nada más que yo, necesita conversión al otro, a lo fraterno, a lo comunitario, para alegrarse con el vínculo, con la comunión, con el encuentro. La conversión del autoaislamiento a la comunidad. Bendecido día.
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