Ante tantas muertes inocentes, que día a día aparecen en la realidad y que los medios de comunicación nos lo muestran, necesitamos rebelarnos y no acostumbrarnos.
La inseguridad ya no es robo. La inseguridad es muerte. Es necesario influir en las jóvenes generaciones para que siempre y en todo lugar opten por la cultura de la vida y no la cultura descartable del sistema opresor reinante. Oprime la justicia que no resuelve, oprime el sistema legislativo cuando a mano alzada vota leyes que vuelven vulnerable al pueblo, oprime y asfixia el ejecutivo cuando niega la realidad. ¿Qué podemos aportar cada ciudadano? ¿Qué podemos aportar en cada familia? ¿Qué puede aportar el pobre?
Haciendo mías las palabras de Mons. Romero (Beato y Mártir) decimos basta a la muerte de inocentes. Que todos los poderes del Estado se pongan las pilas para resolver no una candidatura sino la vida amenazada del pueblo.
Mi aporte como sacerdote es anunciar la Buena Noticia y acompañar la comunidad para que no caigamos en la indiferencia que es la nueva anestesia que nos mantiene oprimidos.
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