La sucesión apostólica, a pesar de los pecados de algunos "Pedros" de la historia de la Iglesia, sigue siendo la nota de historicidad de esta Iglesia que con arrugas y santos avanza en el tercer milenio con el anuncio del Evangelio.
Se puede contemplar en una madre la belleza de su juventud o las arrugas y canas de la vejez, pero siempre será la madre.
Nuestra Parroquia ora por el nuevo "Pedro" que el Espíritu (que nunca renuncia a la Iglesia) quiera regalarnos para este tiempo. Y agradece el mensaje claro del Papa Benedicto XVI.
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