En el tiempo de la “pluralidad de opiniones” (todo es opinable) y, por ello, el parámetro no es la verdad objetiva sino la verdad subjetiva (“mi verdad”) y se construye a partir de la experiencia individual y a lo sumo a la experiencia de consenso. La revelación divina se encuentra una vez más “al borde del camino” de la cultura actual y desde la periferia del pensamiento postmoderno se anima a profetizar, a anunciar la buena noticia, a proponer con firmeza y claridad que Jesucristo Señor de la historia es el mismo ayer, hoy y siempre. Como en el tiempo de su presencia histórica en Galilea, en Jerusalén algunos reciben la buena noticia, otros la miran con indiferencia, otros la rechazan.
Nuestra actitud de discípulos y misioneros no puede ser “hacer caer fuego sobre Samaria” (ninguna situación humana adversa al Evangelio) sino la de ayudar al hombre y pueblo golpeado por los asaltantes y bandoleros de esta época…
Nuestra actitud de discípulos y misioneros no puede ser “hacer caer fuego sobre Samaria” (ninguna situación humana adversa al Evangelio) sino la de ayudar al hombre y pueblo golpeado por los asaltantes y bandoleros de esta época…
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