domingo, 4 de septiembre de 2011

Liturgia



Adorar a Dios es reconocerlo como Dios, como Creador y Salvador, Señor y dueño de todo lo que existe. Es reconocer su amor infinito y misericordioso.


En la adoración uno le da gloria a Dios no por lo que El hace, sino por lo que El es.


La adoración a Jesús en la Eucaristía nos libera, porque con ella le damos al Señor el primer puesto en nuestras vidas y todas las demás cosas pasan a ocupar su justo lugar.


Los invitamos a visitar el Santísimo Sacramento. Dios siempre los esta esperando.

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