Dios, en tu unicidad trinitaria, quisiste revelar al mundo y especialmente al hombre, creado a tu imagen y semejanza, un amor nunca soñado ni posible de alcanzar por el propio esfuerzo.
Ese amor es fuente de comunión para la familia y fundamento del amor conyugal. En Cristo el hombre y la mujer ponen los cimientos de la familia y desde ese amor a Cristo educan, sostienen, construyen.
Con el espíritu navideño inundando todo celebramos en la liturgia de la Iglesia este fin de semana la fiesta de la Sagrada Familia.
Bendice a todas las familias, especialmente a los jóvenes que han formado sus familias recientemente y a los que están preparándose para hacerlo.
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