Adorar a Dios es reconocerlo como Dios, como Creador y Salvador, Señor y dueño de todo lo que existe. Es reconocer su amor infinito y misericordioso.
En la adoración uno le da gloria a Dios no por lo que El hace, sino por lo que El es.
La adoración a Jesús en la Eucaristía nos libera, porque con ella le damos al Señor el primer puesto en nuestras vidas y todas las demás cosas pasan a ocupar su justo lugar.
Los invitamos a visitar el Santísimo Sacramento. Dios siempre los esta esperando.
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